ARTÍCULO DE DISCUSIÓN
"Dime con quién andas y te diré quién eres", "no te juntes con el/la", o "no me gustan esas juntas"; tres frases que he escuchado tanto.
"Dime con quién andas y te diré quién eres", "no te juntes con el/la", o "no me gustan esas juntas"; tres frases que he escuchado tanto.
La gente tiende a calificar radicalmente de buenos a unos y malos a otros, como en las novelas mexicanas tradicionales (Rosabella la buena y bonita, y al otro extremo tenemos a Zorraya, la desquiciada maldita) o películas hollywoodenses (el chico guapo y fortachón que pasa tsunamis, terremotos y tiroteos, salva a su amada y de paso a la humanidad, pero sigue ileso). Personalmente, como autor de éste artículo, no he oído ni visto el caso de un ser humano que sea perfecto en su comportamiento, a excepción de ciertos profetas y personajes espirituales (cosas tal vez de otro mundo). En el mundo real, somos más como una novela brasileña o turca. El malo al inicio de la novela se vuelve bueno después, y quien fue bueno al inicio se vuelve malo en el momento menos esperado.
A veces se estereotipa y se atribuye de forma exagerada características positivas a alguien quien en realidad no es tan bueno como aparenta ser y tal vez sólo tiene una "cara bonita" y angelical. En las novelas y películas, el protagonista es el bueno, bonito, experto en artes marciales, brillante, "el escogido", entre muchas otras características positivas; esto genera que todos apaguemos la tele o salgamos del cine queriendo ser como ellos. Pero en la vida no nos toparemos con Supermans, Cenicientas, Maríasmercedes, Sorayasmontenegro o Ursulas. Estos son sólo arquetipos de dos lados muy opuestos que están muy arraigados en la personalidad de cada humano.
Pese a esta dualidad en nosotros, habemos personas que se "pulen" física y psicológicamente en la primera entrevista, hacen todo por generar un superimpacto en la primera cita o generar aplausos en la primera presentación de un proyecto; y es que ahora los couchs y psicólogos han demostrado y pregonado que la primera impresión es la que vale. Entonces, vuelve a dársele importancia al parecer más que al ser. Es así que ocurre que muchos lobos se disfrazan de ovejas para la fiesta. Prefieren verse como Ariel, antes que Ursula, si no, el resto de la fiesta correrán el riesgo de ser vistos no sólo como lobos, sino tambien como feos, malos, torpes, y una amplia serie de atributos negativos.
¿Como nace esta tendencia a segregar radicalmente buenos de malos?
Usamos heurísticos o "atajos mentales" (véase Gilovich, Griffin & Kahneman, 2002) por el principio de economía cognitiva para tomar decisiones (véase Kusev & van Shaick, 2013). Estos heurísticos son, en palabras simples, conceptos que tenemos de las cosas con base en nuestra percepción intuitiva y subjetiva (lo que hemos vivido o escuchado de alguien); conceptos que aplicamos para el resto de situaciones sin importar las variaciones que existan en ellas. Por ejemplo, si escuchamos que todos los tatuados son gente de mal vivir, adoptamos una actitud negativa hacia ellos y, cada vez que vemos un tatuado, pensamos mal de él, lo tratamos mal o nos alejamos de él; pero no nos detenemos a pensar mas. Esto ocurre por una incapacidad humana para poder analizar cada situación en particular, porque terminaríamos mentalmente exhaustos, y es por ello que es más saludable "meter a todos en el mismo saco" para evitar saturarnos de información. Posiblemente el médico cirujano que nos salvó la vida tenía toda una sábana de tatuajes en el pecho, espalda y hombros, simplemente cubiertos por una bata celeste; sin embargo, nunca nos enteramos de eso; de lo contrario tal vez no habriamos dejado que nos opere.
En la mayoría de casos, nos acostumbramos a utilizar estos atajos cognitivos para todo y ya no nos queremos dar el trabajo de analizar una situación que probablemente merezca ser analizada. Así, nuestra tendencia a usar heurísticos nos vuelve radicales al momento de categorizar: Arriba/abajo, negro/blanco, bueno/malo. Nos volvemos inflexibles y nos olvidamos de que la vida tiene matices. Esta forma de ver el mundo, si bien nos ahorra tener que pensar de más, puede generar malestar en las otras personas e incluso en nosotros mismos. Nos limitamos a lo que sabemos, construimos nuestro propio mundo y nunca llegamos a saber sobre cuántas cosas buenas de la vida nos estamos perdiendo.
¿Cómo afrontar nuestra dualidad bueno-malo?
Todos tenemos cosas buenas y malas. Todos. Algunos desarrollamos mayores grados de maldad o bondad pero esto va a depender de cómo modulemos nuestro comportamiento. Y estos lados buenos o malos no dependen de nuestra apariencia física o comportamental (aunque sí hay ciertos indicadores válidos usados por especialistas para detectar patrones de conducta anómalos). Todos sentimos celos, compasión, envidia, ira, ternura, pasión carnal, alegría extrema, miedos, etc. En algunos predominan ciertas emociones, actitudes y comportamientos, ya sean positivos o negativos, pero al final todos estamos en un mismo saco. Sin embargo, tendemos a segregar, a estereotipar y luego a seleccionar a la gente con la que nos juntamos.
A veces se estereotipa y se atribuye de forma exagerada características positivas a alguien quien en realidad no es tan bueno como aparenta ser y tal vez sólo tiene una "cara bonita" y angelical. En las novelas y películas, el protagonista es el bueno, bonito, experto en artes marciales, brillante, "el escogido", entre muchas otras características positivas; esto genera que todos apaguemos la tele o salgamos del cine queriendo ser como ellos. Pero en la vida no nos toparemos con Supermans, Cenicientas, Maríasmercedes, Sorayasmontenegro o Ursulas. Estos son sólo arquetipos de dos lados muy opuestos que están muy arraigados en la personalidad de cada humano.
Pese a esta dualidad en nosotros, habemos personas que se "pulen" física y psicológicamente en la primera entrevista, hacen todo por generar un superimpacto en la primera cita o generar aplausos en la primera presentación de un proyecto; y es que ahora los couchs y psicólogos han demostrado y pregonado que la primera impresión es la que vale. Entonces, vuelve a dársele importancia al parecer más que al ser. Es así que ocurre que muchos lobos se disfrazan de ovejas para la fiesta. Prefieren verse como Ariel, antes que Ursula, si no, el resto de la fiesta correrán el riesgo de ser vistos no sólo como lobos, sino tambien como feos, malos, torpes, y una amplia serie de atributos negativos.
¿Como nace esta tendencia a segregar radicalmente buenos de malos?
Usamos heurísticos o "atajos mentales" (véase Gilovich, Griffin & Kahneman, 2002) por el principio de economía cognitiva para tomar decisiones (véase Kusev & van Shaick, 2013). Estos heurísticos son, en palabras simples, conceptos que tenemos de las cosas con base en nuestra percepción intuitiva y subjetiva (lo que hemos vivido o escuchado de alguien); conceptos que aplicamos para el resto de situaciones sin importar las variaciones que existan en ellas. Por ejemplo, si escuchamos que todos los tatuados son gente de mal vivir, adoptamos una actitud negativa hacia ellos y, cada vez que vemos un tatuado, pensamos mal de él, lo tratamos mal o nos alejamos de él; pero no nos detenemos a pensar mas. Esto ocurre por una incapacidad humana para poder analizar cada situación en particular, porque terminaríamos mentalmente exhaustos, y es por ello que es más saludable "meter a todos en el mismo saco" para evitar saturarnos de información. Posiblemente el médico cirujano que nos salvó la vida tenía toda una sábana de tatuajes en el pecho, espalda y hombros, simplemente cubiertos por una bata celeste; sin embargo, nunca nos enteramos de eso; de lo contrario tal vez no habriamos dejado que nos opere.
Imagen de campaña "Sin etiquetas" de Ritmoson Latino |
¿Cómo afrontar nuestra dualidad bueno-malo?
Todos tenemos cosas buenas y malas. Todos. Algunos desarrollamos mayores grados de maldad o bondad pero esto va a depender de cómo modulemos nuestro comportamiento. Y estos lados buenos o malos no dependen de nuestra apariencia física o comportamental (aunque sí hay ciertos indicadores válidos usados por especialistas para detectar patrones de conducta anómalos). Todos sentimos celos, compasión, envidia, ira, ternura, pasión carnal, alegría extrema, miedos, etc. En algunos predominan ciertas emociones, actitudes y comportamientos, ya sean positivos o negativos, pero al final todos estamos en un mismo saco. Sin embargo, tendemos a segregar, a estereotipar y luego a seleccionar a la gente con la que nos juntamos.
Una forma de desarrollar sanamente nuestra cultura es promoviendo y practicando la tolerancia y la apertura a tener nuevas experiencias. La tolerancia no sólo con otra gente, sino también con nosotros mismos. Aceptemos nuestras áreas "tanáticas", nuestros malos impulsos. Estos existen y tienen que ser reconocidos por la propia persona. El que sean reconocidos, no implica que sean promovidos. Así, existen mil maneras de externalizar nuestras cargas negativas (mediante conversaciones con amigos, psicoterapia o terapias alternas, el arte, el deporte o deporte agresivo, etc.) sin generar perjuicios en la sociedad ni en nosotros mismos. Muchos recurrimos a la negación de nuestros impulsos (reprimirlos a la fuerza) cuando podemos optar por la sublimación. Esta última toma más trabajo pero es más saludable que quedarse con "lo malo" ahí adentro. Asimismo, estemos "abiertos" a experiencias nuevas o desconocidas. Muchas gente las busca "locamente" y pone su vida en peligro. Pero en el otro extremo, tenemos personas que "se cierran" a lo externo, lo desconocido, lo "malo"; se niegan a conocer personas diferentes en cuanto a religión, nacionalidad, etnia, cultura, ideología, etc.
Sin embargo, no se debe bajar la guardia en cuanto a sucumbir y entregarnos a nuestro lado malo y volvernos humanos anómalos, quienes conformarían el 0.001% de la población mundial, con base en cálculos hechos con data provista por The Washington Post. Es decir, de un grupo de 100 mil personas, aproximadamente una sería anómala.
Modelo gráfico extraído del "nivel de maldad" de la película "Lilo y Stitch" |
¿Quienes son anómalos?
Podrían ser consideradas personas con "mente criminal". Son seres humanos que intencionalmente han matado, robado o violentado la integridad de una persona. Alguna vez hemos golpeado a alguien, robado unos "centavitos" o insultado a alguien. Esto es normal, mas no socialmente aceptable. Sin embargo, la magnitud de nuestro daño no se compararía al daño de un ser anómalo. Ahora, estas premisas no justifican en absoluto faltas leves como meter una cachetada a otro adulto en la calle, o si quiera insultarlo. Está de más decir que estas conductas no están permitidas en nuestra sociedad.
Muchos de estos seres humanos anómalos están en la cárcel, y tal vez la cadena perpetua o la silla eléctrica sea el mayor indicador de que son anómalos. Se les ha dado este nombre porque son casos muy raros. Muy poca gente ha tenido la oportunidad de conocer personas que están en la cárcel por ser anómalas. En este caso, la tolerancia o flexibilidad no pueden aplicarse y, lamentablemente, el problema de la mayoría de seres anómalos no tiene reversibilidad.
Muchos de estos seres humanos anómalos están en la cárcel, y tal vez la cadena perpetua o la silla eléctrica sea el mayor indicador de que son anómalos. Se les ha dado este nombre porque son casos muy raros. Muy poca gente ha tenido la oportunidad de conocer personas que están en la cárcel por ser anómalas. En este caso, la tolerancia o flexibilidad no pueden aplicarse y, lamentablemente, el problema de la mayoría de seres anómalos no tiene reversibilidad.
Muy aparte de los seres anómalos (con quienes muy pero muy rara vez nos toparemos, a no ser que veamos muchas noticias), todos, absolutamente todos hemos sido malos en algún momento, pero tenemos la oportunidad de desarrollar más nuestro lado bueno y convertirnos en mejores seres humanos. Pensemos dos veces antes de etiquetar y difamar a una persona por una sola conducta que tuvo en determinada circunstancia, una primera impresión que ésta dio, su forma de vestir, su forma de hablar, su forma de caminar, el lugar de donde viene, la lengua que habla, etc.
Referencias:
Kusev & van Shaick (2013). The cognitive economy: the probabilistic turn in psychology and human cognition. Behavioral and Brain Sciences 36, 294-295.
http://assets.cambridge.org/97805217/92608/sample/9780521792608ws.pdf
Kusev & van Shaick (2013). The cognitive economy: the probabilistic turn in psychology and human cognition. Behavioral and Brain Sciences 36, 294-295.
http://assets.cambridge.org/97805217/92608/sample/9780521792608ws.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario