"¡Ahí viene la ola!" decían, y yo pensaba consternado "¡nos jodimos todos!". Recuerdo los maretazos que me caían cada vez que iba a la playa. Las primeras veces me paralizaba y esperaba a que el agua golpeara con toda su fuerza mi espalda o, incluso, me revolcara. Luego aprendí que podía correr hacia la orilla, escapar de la ola, pero también aprendí que el mar tiene más fuerza que uno, sea niño o adulto. Y así nades o te corras de la ola, hay momentos en los que es muy tarde para escapar, toda la espuma blanca de terror te revienta en el cuerpo. Mi padre me tuvo que enseñar "a la mala" a no temerle al mar, le agradezco, por eso tengo un espíritu ávido, de aventurero, pero aún así no aprendí si quiera a hacerle frente a una ola. Entonces me di cuenta de que la vida es la que se encarga de redondear tu aprendizaje, no tus padres o el profesor. Con aprendizaje, no hablo de matemáticas, lenguaje o inglés; hablo de aprender a vivir la vida. En el mar, saber la tabla del 6 no nos va a salvar de un buen maretazo. Continúo en un instante...
Foto de yo y mi padre en el mar de Máncora, tras caer de kayak (pero seguíamos remando) |
Vallejo hizo un poema que se ha hecho muy popular a nivel nacional y exterior. En especial el verso "hay golpes en la vida, tan fuertes. Yo no sé". No me quiero poner muy psicoanalítico ni romántico (aunque admito que me encanta), pero supongo que se puede interpretar mensajes subliminales en esta frase del gran escritor. El mensaje que he podido descifrar es el siguiente:
- "Hay Golpes en la vida": Hay cosas malas que nos ocurren.
- "Tan fuertes": que nos afectan mucho no sólo física sino también psicológicamente.
- "Yo no sé": "me niego a saber", "sé que hay golpes tan fuertes que prefiero no saber de ellos".
Esta última reacción, desde el psicoanálisis, se llama negación. Cuando algo es "muy malo para mi", ese algo "no existe... al menos para mi", "yo qué sé". Somos muchos los "Vallejos", por no atreverme a decir todos, pero al menos me incluyo. Negamos las situaciones malas que no podemos manejar ni soportar; se nos hacen tan insoportables que preferimos anularlas, extirparlas de nuestro conocer. Entonces de la negación emerge la conducta bastante conocida como conducta evitativa, la cual (como se imaginarán) consiste en evitar situaciones que uno considera malas para uno o con riesgo de serlo, al extremo de no querer ni salir de la habitación; en algunos casos esta conducta puede ser absurda. A veces, por salud mental, es bueno negar las cosas en nuestra vida, pero no vamos a vivir negando todo lo malo todo el tiempo. No existe algo peor que ponerse siempre de espaldas a los problemas. Lo podemos hacer, pero estaremos truncando nuestro desarrollo adaptativo, exitoso, como personas. Al negar, nos aliviamos temporalmente porque no lo vemos venir, sin embargo "El maretazo no tarda en llegar y darnos el golpe".
Entonces, ¿que hacer ante el maretazo?
La respuesta está en enfrentar. Se asume que la mayoría sabe el simple truco de pasar olas, entonces lo que se va a revelar en la siguiente parte del relato no es novedad. Al menos nadadores y surfistas lo aprenden -realmente lo aprenden a ejecutar- desde pequeños, por medio del ensayo error:
Pese a los esfuerzos de mi padre para "perderle miedo" al mar, faltó algo más para aprender a enfrentar un maretazo exitosamente. Experimentar por mi mismo. Entre los muchachos con quienes jugábamos en la playa, escuché muchos tips como "ponte de lado" para que la ola reventada no te golpee tanto y tal vez, "no entres, juega en la orillita nomás". Pero el mar se hizo para disfrutarse, y nunca fui de los que quiso quedarse en la orilla o tomando sol, me gustaba construir castillos de arena pero también pelearme con las olas. Entonces tuve que enfrentarme a muchas malas experiencias con el mar: agua con tierra en los ojos, sal en la nariz y garganta, golpes en la cabeza con la tabla de surfear, revolcones. Entonces uno se ve obligado a indagar sobre conductas de supervivencia en el mar e imitarlas en la praxis. Cada uno tiene su propia historia de aprendizaje, pero en cuanto a mi, llegó el día en que tuve que pararme frente a la ola , plantar los pies firmes en la arena, alistar el cuerpo como "en sus marcas", esperar estar a un metro del maretazo e irme contra este zambulléndome en sus mismas aguas. De allí, cerrar los ojos, nadar y nadar buceando hasta que sientes que la ola reventó y salir a la superficie. La sensación es de terror pero al final es épicamente satisfactoria. De hecho, en el mar (dentro de el) la vida es más sabrosa, si se sabe vivirla.
El mar es salado, pero estar en él es como un postre agridulce. Trae dichas incomparables pero tambien malos momentos. Pero aún así amamos entrar al mar y sentir su frío calcinante (especialmente en el Pacífico), sentirnos vivos, ¿cierto? Si no existieran maretazos, el mar no sería lo mismo; sería tal vez un lago. Los lagos son bellos para mirar, pero mucha gente prefiere entrar en el mar por su dinamismo, porque le permite recrearse, expandirse. La vida es como el mar. Y debemos afrontarla tal como es. No es fácil. Nos reventarán muchas olas; nuestros jefes nos presionarán; romperemos relaciones sociales; reprobaremos varios exámenes; nos estafarán; no conseguiremos trabajo; nos engañarán; el mundo, con su basta información, y nuestro ego narcisista nos harán sentir miserables; nos darán golpes físicos y psicológicos muy fuertes. Pero si ya dimos el paso de estar en esta vida, no nos rindamos. Hagamos frente a la vida y zambullámonos en la realidad para superar las demandas del entorno y llegar a la meta que es "salir a la superficie exitosamente". Vendrán más olas, más problemas, nos entrará arena en los ojos, tragaremos agua con sal, pero ahí estaremos listos para dar frente a ellos. Así como enfrentar, una frase clave es no rendirse (enfrentar resistentemente). Vendrán tiempos en los que, ya curtidos, después de varias olas pasadas, aprovecharemos la fuerza de una de ellas para regresar a la orilla y descansar plácidamente en la playa; pero dejemos esa parte al tiempo.
En la vida hay golpes muy, muy fuertes. No pretendamos no saber de ellos. Existen. Entonces, personalmente sugiero que al recitar el poema de Vallejo en nuestras vidas, podríamos alterarlo (con el respeto debido al autor), decir "hay golpes en la vida, tan fuertes. Yo lo sé", y hacer frente a los problemas para resolverlos con estrategias que iremos aprendiendo empíricamente a lo largo del tiempo.
A quien entienda esta metáfora, muchas felicidades y bendiciones.
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