ARTÍCULO DE REFLEXIÓN
Cuando hablamos del insoportable tráfico, apuntamos con el dedo a las autoridades sin pensarlo dos veces (para variar); y el autor de este blog deja claro que, por el momento, no está a favor del abucheo contra las autoridades por la simple razón de que éstas son incapaces de procesar la mayor parte de los mensajes del pueblo y ponerlos en acción, por tanto es una acción inútil. Para muchos civiles, está claro que las autoridades son las únicas culpables de que exista tráfico en Lima, ya que de ellas depende el procesamiento de la materia prima para obtener como resultado el sistema vial: las pistas. Está bien, hace falta más vías, pero ¿ya no se han hecho suficientes buenas obras? Por poner un ejemplo, tenemos el bypass del puente Benavides (entre tantos otros nuevos bypasses por toda la ciudad). Se hizo caso a la gente que pedía desatorar esa parte de la vía, pero por otro lado, estuvo la junta de vecinos que no querían que se les toque el vecindario y rechistaron, hasta que después de tragarse todo un berrinche, se les permitió avanzar a regañadientes. Y ahí estamos, con un cuello de botella menos pero formándose otro igual o peor en alguna otra parte de alguna vía principal de la ciudad. ¿Y quién será el absoluto responsable? para muchos, el alcalde. Aceptemos, muchas veces, las autoridades (muy aparte de ser condenablemente corruptas, fariseas, herejes, culeras, etc., muy aparte de todo eso...), en muchos casos, se ven acorraladas entre la espada y la pared del mismo pueblo, y terminan siempre siendo las culpables de todo y en muchos caso entorpeciendo su labor aún más.
Cuando hablamos del insoportable tráfico, apuntamos con el dedo a las autoridades sin pensarlo dos veces (para variar); y el autor de este blog deja claro que, por el momento, no está a favor del abucheo contra las autoridades por la simple razón de que éstas son incapaces de procesar la mayor parte de los mensajes del pueblo y ponerlos en acción, por tanto es una acción inútil. Para muchos civiles, está claro que las autoridades son las únicas culpables de que exista tráfico en Lima, ya que de ellas depende el procesamiento de la materia prima para obtener como resultado el sistema vial: las pistas. Está bien, hace falta más vías, pero ¿ya no se han hecho suficientes buenas obras? Por poner un ejemplo, tenemos el bypass del puente Benavides (entre tantos otros nuevos bypasses por toda la ciudad). Se hizo caso a la gente que pedía desatorar esa parte de la vía, pero por otro lado, estuvo la junta de vecinos que no querían que se les toque el vecindario y rechistaron, hasta que después de tragarse todo un berrinche, se les permitió avanzar a regañadientes. Y ahí estamos, con un cuello de botella menos pero formándose otro igual o peor en alguna otra parte de alguna vía principal de la ciudad. ¿Y quién será el absoluto responsable? para muchos, el alcalde. Aceptemos, muchas veces, las autoridades (muy aparte de ser condenablemente corruptas, fariseas, herejes, culeras, etc., muy aparte de todo eso...), en muchos casos, se ven acorraladas entre la espada y la pared del mismo pueblo, y terminan siempre siendo las culpables de todo y en muchos caso entorpeciendo su labor aún más.
No soy partidario o amigo de algún alcalde o autoridad local limeño en particular (Dios me libre) pero creo que ya se les ha pedido bastante, y seguimos pidiéndoles y chancándolos y pidiéndoles más pero chancándolos a la vez para que no puedan darnos lo que les pedimos; es una suerte de relación pasivoagresiva y autoboycótica. Para el peruano (me permitiré generalizar) es muy fácil quejarse de la autoridad y quedarse de brazos cruzados. ¿No será que ya es tiempo de poner nuestro grano de arena como ciudadanos también? No, y no hablo de ir a quemar el Municipio.
En conclusión estas dos formas de revolución silenciosa expuestas son buenas para el bolsillo, para la ecología, para nuestra salud física-mental y también para el resto de con-ciudadanos.
Los innovadores y el punto medio
Ocurre también que hay gente que se rehusa a dejar sus comodidades de siempre pero también son conscientes de la autosostenibilidad de su entorno y, por tanto, deciden hacer un mundo mejor: elaboran start-ups, ideas inovadoras y se las venden a empresas que ya tienen la materia lista para procesar.
Tengo una hipótesis: si seguimos pidiendo pistas a las autoridades, vamos a terminar por tener una ciudad cuya estructura sea predominantemente vial. Me explico: algunas películas y juegos futuristas ya grafican el perfil que tendrán las metrópolis en los siguientes siglos; uno lleno de hordas de transeúntes que caminan entre humaredas que salen de tubos industriales instalados por doquier, anuncios luminosos en las paredes de las calles y rascacielos, contaminación atmosférica y sonora a más no poder y, sobre todo, pistas que pasen encima de nosotros sin dejarnos ver la luz del cielo.
Si seguimos pidiendo más pistas y bypasses, tendremos un panorama lleno de tréboles, caracoles y puentes, unos encima de otros de manera laberíntica; y el tráfico será igual o más feo que el de los años pasados. Si seguimos esa política de "crecimiento urbano", terminaremos construyendo "ecosistemas" que no tendrán una sola pizca de "eco". Al respecto, ¿por qué necesitamos ambientes "eco"? Muy aparte del calentamiento global, está más que comprobado que un hábitat "eco" es necesario para nuestro óptimo desarrollo físico y mental. El mito de los espacios orgánicos y ecológicos ya no es un "cuento ecologista" fabricado por filósofos contemporáneos, soñadores románticos, bohemios decentes, "progres" y activistas de primer mundo, que esperan la "paz mundial en un mundo donde todos los niños puedan sobrevivir y sonreír". La ciencia respalda el impacto psicológico negativo de los hábitats no orgánicos en seres orgánicos (por ejemplo, ver investigaciones como la de Lederbogen, Kirsch, Haddad, Streit, Tost, Schuch, Wust, Pruessner, Rietschel, Deuschle & MeyerLindenberg, 2011). La esperanza de muchos estudiosos es la adaptación humana -como parte de la evolución- a este nuevo e impetuoso estilo de vida tan caótico y demandante, para el que el cerebro humano no está psicobiológicamente preparado aún; de todas formas, dicha "adaptación" podría ser traumática e incluso disfuncional. Pero este es un tema para bifurcarse en muchos otros, a tratar en artículos posteriores.
Esta no es la foto de lombrices en su hábitat. Esta es la telefoto de una concentración vial en la ciudad de Los Ángeles. |
En síntesis, volviendo al tema del tráfico, éste no es saludable ni fisiológica ni psicológicamente para los ciudadanos y las autoridades no son los únicos agentes culpables de este fenómeno. Entonces, ¿cómo abordar este problema?
Si no son más bypasses, entonces ¿cuál es la solución?
Si no son más bypasses, entonces ¿cuál es la solución?
En algunos países de América del Sur (Colombia, Ecuador, Venezuela), emergió como opción para combatir el tráfico, la imposición del "Pico y Placa". Esta consiste, con palabras simples, en prohibir que los autos con placas cuyos últimos dígitos sean impares salgan, por ejemplo, días martes, jueves y sábados; y que los autos con placas cuyos últimos dígitos sean pares salgan días lunes, miércoles y viernes. Algunos colombianos aseguran que este medio sí alivia en algo el tráfico en la ciudad, dígase, Bogotá (que es más ordenada e inteligente que Lima en diversos aspectos urbanos). Sin embargo, esta ciudad sigue lidiando con un gran problema de tráfico, incluso aún mayor que el de Lima. Por eso, algunos ciudadanos colombianos insisten en que este método aún no es suficiente.
Por otro lado, también hay dos formas de dar el primer paso como ciudadanos. El cambio no será visible de inmediato pero, a largo plazo, mediante una acción pareja y conjunta, se podría estar contribuyendo a la reducción del tráfico de forma significativa en nuestra ciudad. Sería uno de los tantos tipos de revolución silenciosa que podemos hacer como buenos ciudadanos. ¿Cuál es la lógica de este tipo de revolución silenciosa? La siguiente imagen, que vale más que muchas palabras, puede describir los beneficios de no usar automóviles particulares.
Si no se entendió la imagen, aquí va una explicación: el uso de automóviles particulares puede implicar un uso ridículamente disfuncional del espacio urbano. Un automóvil con un sólo pasajero acapara el espacio que hasta cinco, seis o más personas ocuparían; sin embargo, cotidianamente vemos muchísima gente que se moviliza sola en un sólo vehículo. A esto sumemos la cantidad de dióxido de carbono per capita emitida anualmente. Este planteamiento o teoría no es novedad, pues ya viene planteándose en no muchos países desarrollados desde hace muchos años; y sí que da resultado. Entonces, a continuación se menciona estas dos formas de revolución silenciosa, en las que no se necesita hacer alborotos, bulla ni destrozos en las calles:
Forma 1: Dejar el automóvil sólo para eventos realmente importantes
¿Quién no sueña con tener su auto propio y salir bien "charli" por la ciudad de Lima? y respecto a quienes ya tienen un auto ¿cuándo han decidido dejarlo en la casa para tomar el transporte público? La verdad es que, por simple comodidad, muchos preferimos usar el auto para ir hasta al grifo o la bodega más cercanos. Sin embargo, ocurre que más de una vez se escucha frases matizadas con asombro como "el gerente se va en su micro al trabajo" o "tiene un chorro de plata pero se va caminando al mercado". Y es cierto; por ejemplo, el tomar micro se asocia a falta de dinero, glamour e incomodidad; sin embargo, hay gente que por diversas razones, pudiendo sacar su auto, decide aprovechar el transporte público o pedir un taxi ya en tránsito. A menos que tengamos que salir cuatro o cinco personas a un mismo destino a la vez, circunstancia en la que sí es lógico el uso de un auto particular, podemos hacer ese pequeño esfuerzo de caminar, sacar la bicicleta o bueno, por último tomar un taxi.
Forma 2: No comprar automóviles
Esta parte de la solución es bastante más "revolucionaria" o radical. Y definitivamente, si mañana se levanta un proyecto de ley que prohíba que consumidores con menos de dos o cuatro miembros en la familia adquieran un auto, las automotrices más grandes saltarán y enviarán a sus mejores buffets de abogados y buscarán maneras de continuar importando automóviles a toda costa. Al menos aquí en Perú. Además, como ya se dijo, parte de una vida moderna es vendida como deseable con un automóvil nuevo y reluciente. No sólo las grandes importadoras rechistarán sino también muchos compradores asiduos y potenciales ilusionados con su propio automóvil. Por otro lado, está el tema del avance respecto a la contaminación. Al parecer, este año se hará vigente la normativa Euro IV, que en palabras simples, sólo permite el ingreso al país de vehículos que usen combustible con 30 partes por millón (ppc) de azufre y ya no 150 ppc como ocurre actualmente. Este sería un avance importante, ya que la Organización Mundial de la Salud reportó que, en el 2012, 7 millones de personas murieron por causa de exposición a la contaminación atmosférica; sí, el humo de los carros mata, y los carros mismos aún más (OMS, 2012).
Volviendo al tema de los vendedores y los consumidores de automóviles, alguien dijo una vez, "si hay oferta es porque hay demanda". Por tanto, por "ecuación lógica", si disminuimos la demanda, disminuiremos también la oferta. Si podemos ver la forma de evitarnos comprar un auto y reemplazarlo por una moto o una bicicleta (sobre todo quienes somos solter@s o no tenemos familias hechas), vamos a contribuir con la sociedad sin necesidad de salir a marchar por más bypasses. Entonces, parte de la solución que se da aquí, es la concientización de usar responsablemente el transporte particular.
Por otro lado, también hay dos formas de dar el primer paso como ciudadanos. El cambio no será visible de inmediato pero, a largo plazo, mediante una acción pareja y conjunta, se podría estar contribuyendo a la reducción del tráfico de forma significativa en nuestra ciudad. Sería uno de los tantos tipos de revolución silenciosa que podemos hacer como buenos ciudadanos. ¿Cuál es la lógica de este tipo de revolución silenciosa? La siguiente imagen, que vale más que muchas palabras, puede describir los beneficios de no usar automóviles particulares.
Si no se entendió la imagen, aquí va una explicación: el uso de automóviles particulares puede implicar un uso ridículamente disfuncional del espacio urbano. Un automóvil con un sólo pasajero acapara el espacio que hasta cinco, seis o más personas ocuparían; sin embargo, cotidianamente vemos muchísima gente que se moviliza sola en un sólo vehículo. A esto sumemos la cantidad de dióxido de carbono per capita emitida anualmente. Este planteamiento o teoría no es novedad, pues ya viene planteándose en no muchos países desarrollados desde hace muchos años; y sí que da resultado. Entonces, a continuación se menciona estas dos formas de revolución silenciosa, en las que no se necesita hacer alborotos, bulla ni destrozos en las calles:
Forma 1: Dejar el automóvil sólo para eventos realmente importantes
¿Quién no sueña con tener su auto propio y salir bien "charli" por la ciudad de Lima? y respecto a quienes ya tienen un auto ¿cuándo han decidido dejarlo en la casa para tomar el transporte público? La verdad es que, por simple comodidad, muchos preferimos usar el auto para ir hasta al grifo o la bodega más cercanos. Sin embargo, ocurre que más de una vez se escucha frases matizadas con asombro como "el gerente se va en su micro al trabajo" o "tiene un chorro de plata pero se va caminando al mercado". Y es cierto; por ejemplo, el tomar micro se asocia a falta de dinero, glamour e incomodidad; sin embargo, hay gente que por diversas razones, pudiendo sacar su auto, decide aprovechar el transporte público o pedir un taxi ya en tránsito. A menos que tengamos que salir cuatro o cinco personas a un mismo destino a la vez, circunstancia en la que sí es lógico el uso de un auto particular, podemos hacer ese pequeño esfuerzo de caminar, sacar la bicicleta o bueno, por último tomar un taxi.
Forma 2: No comprar automóviles
Esta parte de la solución es bastante más "revolucionaria" o radical. Y definitivamente, si mañana se levanta un proyecto de ley que prohíba que consumidores con menos de dos o cuatro miembros en la familia adquieran un auto, las automotrices más grandes saltarán y enviarán a sus mejores buffets de abogados y buscarán maneras de continuar importando automóviles a toda costa. Al menos aquí en Perú. Además, como ya se dijo, parte de una vida moderna es vendida como deseable con un automóvil nuevo y reluciente. No sólo las grandes importadoras rechistarán sino también muchos compradores asiduos y potenciales ilusionados con su propio automóvil. Por otro lado, está el tema del avance respecto a la contaminación. Al parecer, este año se hará vigente la normativa Euro IV, que en palabras simples, sólo permite el ingreso al país de vehículos que usen combustible con 30 partes por millón (ppc) de azufre y ya no 150 ppc como ocurre actualmente. Este sería un avance importante, ya que la Organización Mundial de la Salud reportó que, en el 2012, 7 millones de personas murieron por causa de exposición a la contaminación atmosférica; sí, el humo de los carros mata, y los carros mismos aún más (OMS, 2012).
Volviendo al tema de los vendedores y los consumidores de automóviles, alguien dijo una vez, "si hay oferta es porque hay demanda". Por tanto, por "ecuación lógica", si disminuimos la demanda, disminuiremos también la oferta. Si podemos ver la forma de evitarnos comprar un auto y reemplazarlo por una moto o una bicicleta (sobre todo quienes somos solter@s o no tenemos familias hechas), vamos a contribuir con la sociedad sin necesidad de salir a marchar por más bypasses. Entonces, parte de la solución que se da aquí, es la concientización de usar responsablemente el transporte particular.
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Los innovadores y el punto medio
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